jueves, 25 de diciembre de 2008

Remedios contra la borrachera



Yo no conozco a Antonio. De él solo sé que lo encontré tirado en el carril bici del Parque Nicolás Salmerón, junto al puerto de Almería, esta mañana de Santa Navidad. Antonio, de unos cuarenta años, parecía aseado, vestía una cazadora oscura, pantalón vaquero y botines negros, por sus manos posiblemente se trate de un trabajador de la construcción.

Fuimos varias las personas que sin certeza de su estado nos interesamos por el inerte individuo sin conseguir arrancarle una palabra; solo confirmaba con la cabeza su evidente merluza, pero no hablaba, no se movía y sus ojos como platos parecían mirar al infinito.


Alertados ante el sujeto desmadejado llamamos al 061 que no tardó en llegar. El sanitario tras examinarle le dice que no debería de estar tirado en la calle, la respuesta del individuo Antonio que se pronuncia por primera vez, balbuceando y con un hilito casi imperceptible de voz, es que el paga sus impuestos y puede dormirla donde quiera. El sanitario decide sacar la camilla de la ambulancia y le anuncia que lo llevará al hospital Torrecárdenas para que lo examinen. La camilla y el anuncio del sanitario obraron un milagro. Antonio se incorporó por sus propios medios, engreído y algo petulante afirma que otros necesitan la ambulancia más que el, que se va hasta su casa caminando.

Remedios para la borrachera hay muchos, para la idiotez no tantos. Si alguien le hubiera quitado el vaso a tiempo esta mañana Antonio no hubiera ofrecido el lamentable espectáculo que gratuitamente nos brindó.

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