sábado, 5 de octubre de 2024

“No es difícil amar a una mujer que riega sus macetas” Autor: Alonso de Molina

 


No es difícil amar a una mujer que riega sus macetas

Autor: Alonso de Molina

 

     No es difícil amar a una mujer que riega sus macetas. Ni siquiera es preciso que haya nacido un viernes, pero sería oportuno que ella tenga la risa de un día como el jueves, pues bien pudiera ser que le crecieran pétalos y germine en sus flores hasta hilvanar los círculos de un bosque donde aguarda el helecho para abrir paso a los solsticios y descoser el karma y sus escamas, renaciendo otra vez, de entre los tiempos, única.

 

Tampoco es necesario que trepe por los muros para contradecir las hormas de la geometría pretendiendo alcanzar los alfas y omegas de la divinidad, pues si de amar se trata, ella ama a sus plantas y a sus gatas, ama su consabido mate y ama sus ojos, (y quizá los míos), y ama caminar como un rayo inviernos, primaveras, otoños y veranos, creciéndoles las huellas desde los pies urgidos al exacto centro de sus buganvillas.

 

     Por poner un reparo, tendría que decir que la prefiero fresca, como recién cogida de un campo de cerezas y buscara mis párpados para perderse en busca de un pecado. Que prendida en el vientre de la música rompiera los tambores y afirmara que sí, que existe un mundo desbordado de yerbas y de aromas que crecen día tras día entre sus huesos.

 

     En verano buscamos los racimos huyendo hacia la luna. A veces me parece un sueño que llega hasta el invierno. Ella borra bostezos a la noche, esquivando las dudas de su cuerpo, mientras caen rendidos por su cuello, mis dientes uno a uno muy despacio.

 

     Podría ser aurora proclamada, y no lo es. Es tan solo un retazo de un mar que un día cambió de tierra buscando hundir los besos donde sus pies naufraguen junto a mí. Hay que amarla cargado de paciencia, como a una reina que zurce entre sus labios un dominio de cantos sin medida. No es difícil amar, ya digo, a una mujer que riega sus macetas.

 

 

Análisis del poema por Javier Amable

 

 1. Estructura y métrica:

El poema no sigue una métrica fija ni está sujeto a un esquema de rima formal. Es un poema escrito en verso libre, lo que da al autor más libertad para jugar con la musicalidad del lenguaje y las imágenes, sin la restricción de las reglas métricas tradicionales. La falta de rima y métrica específica no afecta su fluidez, ya que el ritmo está guiado por la cadencia interna de las palabras y los encabalgamientos. Este uso del verso libre es coherente con la temática de la naturaleza, la libertad y el fluir del tiempo que se exploran en el poema.

 

 2. Lenguaje y estilo:

El estilo es poético y reflexivo, con un uso de imágenes detalladas y sensoriales que evocan la naturaleza y el tiempo. El lenguaje está cargado de sutileza y lirismo, presentando un discurso que se mueve entre lo cotidiano (regar las macetas) y lo metafísico o espiritual (el crecimiento, los ciclos, el karma, los solsticios).

 

El tono es intimista y, al mismo tiempo, algo contemplativo. Hay una constante reflexión sobre lo que es amar a la mujer que riega sus macetas, no desde lo grandioso ni lo épico, sino desde lo sencillo, lo cotidiano, lo esencial. Esto refuerza la idea de que amar no es un acto complicado, sino que se manifiesta en los pequeños gestos de la vida diaria.

 

El poema está salpicado de frases largas, con pausas internas, que favorecen un flujo pausado y meditativo, como si el poeta se tomara su tiempo para contemplar y saborear las sensaciones y pensamientos que evoca la mujer. Al no ser un poema formalmente rimado o sujeto a métricas rígidas, este uso del ritmo refleja una sensación de libertad, coherente con el carácter libre de la mujer y su relación con la naturaleza.

 

 3. Imágenes:

El poema está cargado de imágenes ricas y simbólicas, que contribuyen a crear un ambiente sensorial. Algunas de las imágenes más destacadas son:

 

- “Mujer que riega sus macetas”: La acción de regar macetas evoca un acto de cuidado y conexión con la vida. Las plantas son símbolo de crecimiento, renovación y fertilidad, y, al ser cuidadas por la mujer, reflejan su capacidad de nutrir y crear belleza.

 

- “Le crecieran pétalos y germine en sus flores”: Una metáfora que asocia a la mujer con las plantas que cuida, como si ambas estuvieran entrelazadas en un ciclo natural de crecimiento y vida. La mujer no solo cuida la naturaleza, sino que es parte de ella.

 

- “Renaciendo otra vez, de entre los tiempos, única”: Aquí se introduce la idea de renacimiento y unicidad. La mujer es presentada como una figura única, que trasciende el tiempo y las estaciones, pero sin perder su conexión con la naturaleza.

 

- “Cargado de paciencia, como a una reina que zurce entre sus labios un dominio de cantos sin medida”: La comparación de la mujer con una reina que zurce no solo denota su cuidado y dedicación, sino también su poder, aunque sea en un reino más humilde y personal. Los “cantos sin medida” evocan la naturaleza infinita y libre de su ser.

 

 4. Palabras clave:

- “Riega sus macetas”: Esta imagen principal sugiere tanto el cuidado como la conexión con la vida y la naturaleza. Las plantas, aquí, representan la capacidad de amar en lo cotidiano.

- “Pétalos”, “flores”, “helecho”: Todas estas palabras relacionadas con la naturaleza sugieren el ciclo de la vida, el crecimiento, la fertilidad y la transformación.

- “Solsticios”, “karma”: Introducen una dimensión cósmica o espiritual, conectando a la mujer con los ciclos del universo y las fuerzas invisibles que gobiernan la vida.

- “Paciencia”: Resalta la naturaleza tranquila y lenta del amor descrito, el cual se manifiesta a través del tiempo y la dedicación.

- “Reina”: Aunque no en el sentido de majestuosidad pública, el uso de esta palabra sugiere que la mujer tiene un poder interno y una dignidad en su forma de existir.

 

 5. Figuras retóricas:

El poema está repleto de metáforas, símiles y símbolos, elementos que le otorgan profundidad y riqueza. Algunas de las figuras más destacadas son:

 

- Metáforas:

   - “No es difícil amar a una mujer que riega sus macetas”: Esta frase funciona como una metáfora extendida en todo el poema, donde la acción de regar macetas se convierte en un símbolo del tipo de amor que se describe: uno simple, natural, y enraizado en el día a día.

   - “Le crecieran pétalos y germine en sus flores”: La mujer es vista como parte del ciclo de vida de las plantas, lo que subraya la idea de conexión con la naturaleza.

   - “Zurce entre sus labios un dominio de cantos sin medida”: La acción de “zurcir” crea una metáfora para el cuidado y el arte de la paciencia, mientras que el “dominio de cantos” evoca una habilidad innata y libre.

 

- Imágenes sensoriales:

   - “Como recién cogida de un campo de cerezas” introduce una imagen táctil y gustativa, evocando frescura y tentación.

   - “Creciéndoles las huellas desde los pies urgidos al exacto centro de sus buganvillas” mezcla lo visual con lo táctil, dándole vida a la idea de caminar por las estaciones de la vida.

 

- Símbolos:

   - “Cerezas” puede simbolizar el placer, la frescura, o incluso lo efímero.

   - “Helecho”, “solsticios” y “karma” son símbolos de ciclos, eternidad y conexiones espirituales que trascienden lo inmediato.

 

 6. Temática:

El poema explora el amor en su forma más sencilla y pura, alejándose de las concepciones grandilocuentes del amor romántico. Aquí, amar es estar en sintonía con la naturaleza, con los ciclos de la vida, y con los pequeños gestos cotidianos que constituyen la existencia. La figura de la mujer es casi una extensión de la naturaleza misma, con su risa, sus plantas y sus gatas.

 

También hay un componente de espiritualidad y transcendencia. Se mencionan conceptos como el “karma”, los “solsticios” y los “ciclos”, lo que sugiere que la mujer no solo es amada por lo que hace o por su presencia física, sino por cómo encarna ciertos ritmos universales más profundos.

 

 Conclusión:

Este poema es una oda al amor cotidiano, a la belleza y al misterio que residen en lo aparentemente simple. Utilizando el verso libre, un lenguaje cargado de imágenes sensoriales y un tono íntimo, el poeta crea una atmósfera de contemplación y reverencia. La mujer que riega sus macetas se convierte en símbolo de una conexión más profunda con la naturaleza, el tiempo y la vida misma, y amarla es entrar en sintonía con esos ciclos.

 

El poema es parte del libro Proclamado en ti, del autor Alonso de Molina, dedicado a su esposa.





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