Parado en el jardín
tiendo la mano para entrar al blancor del alba.
Confío ciegamente en la fiebre que alzan los deseos
y en la esperanza que prodigan sus mensajes.
Usted vistió sus pétalos con agua.
Tenía usted las llaves del asombro,
hechizada criatura,
agarrada a un volcán con los pies impacientes
elevaba sus pasos sobre un cráter de arena.
En su rostro se abría un oleaje violeta.
Presentí la presencia
del eterno color de los veranos
y en mi gesto un temblor
agarrado a la luz y al fuego de los días.
Ambos, como las campanas,
prodigamos las formas de buscarnos las alas.
Ningún gurú, ningún maestro
nos abrazó la piel con un collar de versos,
solo los elementos de la naturaleza
y una fuerza de silencio
atrapada en astillas
colmó el blancor del alba de distancias.
.LA DUEÑA DE AQUEL DICIEMBRE
Especial dedicatoria a Ana Villalobos que si no publico, me empuja a escribir y publicar. Gracias Ana.
.
===
No hay comentarios:
Publicar un comentario